lunes, 10 de noviembre de 2008

Pensamientos de San Martín, Padre de la Patria



Sobre el Ejército de los Andes: “De lo que mis muchachos son capaces, sólo yo lo sé; quien los iguales habrá, pero quien los exceda, no”.

Sobre el Almirante BROWN: “… YO NO TENGO EL HONOR DE CONOCERLO, PERO COMO HIJO DEL PAÍS ME MERECERÁ SIEMPRE ETERNO RECONOCIMIENTO POR LOS SERVICIOS TAN SEÑALADOS QUE LE HA PRESTADO”. En carta a José M. Díaz Vélez, 6 de febrero de 1829

Sobre BERNARDINO RIVADAVIA: “Ya se habrá enterado sobre la renuncia de RIVADAVIA; su administración ha sido desastrosa, y sólo ha contribuido a dividir los ánimos… yo he despreciado tanto sus groseras imposturas como su innoble persona…” En carta a Bernardo O´HIGGINS, 20 de octubre de 1827

Sobre el Brig. General ROSAS:
“…JAMÁS HE DUDADO QUE NUESTRA PATRIA TUVIESE QUE AVERGONZARSE DE NINGUNA CONCESIÓN HUMILLANTE PRESIDIENDO USTED SUS DESTINOS”. En carta a J. M. ROSAS, 2 de noviembre de 1848

Sobre la verdad: “Amor a la verdad y odio a la mentira.” En Máximas para mi hija”.

Sobre su confianza en el juicio de Dios: “Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos… esperemos serenos los designios de Dios…”. En carta a BOLIVAR en 1822

Sobre los partidos de terroristas, comunistas y socialistas: “El inminente peligro que amenaza a la Francia (en lo más vital de sus intereses) por los desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y socialistas, todos reunidos al sólo objetivo de despreciar no sólo el orden y civilización sino también la propiedad, religión y familia…” En carta al Presidente del Perú, Mariscal CASTILLA en 1848

Sobre los unitarios: “…pero lo que no puedo concebir es el que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan al extranjero para humillar su patria y reducirla a una condición peor que la sufrimos en tiempo de la dominación española; una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer”. En carta a Juan Manuel de Rosas, 10 de junio de 1839

Sobre el respeto a la religión: “Todo el que blasfemare el Santo Nombre de Dios o de su adorable Madre e insultare la Religión, por primera vez sufrirá cuatro de mordaza atado a un palo en publico por el término de ocho días; y por segunda vez, será atravesado su lengua con un hierro ardiente y arrojado del Cuerpo”. Primer artículo del Código Militar de SAN MARTÍN.

Sobre su confianza en la ayuda divina: “…Nuestros sucesos no pueden ser más prósperos. Dios nos ayuda, porque la causa de América es suya; ésta es mi confianza”. En carta a O´HIGGINS en 1820

Duro destino: En 1835, ROSAS había comprendido que, siendo imposible toda tolerancia con los unitarios, quien quisiese dar paz y orden al país debía cumplir con el mandato de SAN MARTÍN:
1) Gobierno fuerte, desempeñado por brazo vigoroso (Carta a O´HIGGINS, 1829);
2) Someterse una facción (idem);
3) “La cuestión entre federales y unitarios debe decidirse con sangre”. (Carta a O´HIGGINS, 1831).
4) Debe restablecerse el orden, y quien lo logre “es el que merecerá el noble título de su Libertador”. (Carta a TOMÁS GUIDO, 1834)
Es decir que: el gobernante debía someterse a una facción (los federales) y exterminar a la otra, lo cual costaría sangre, y para restablecer el orden debía ejercer un gobierno absoluto, que los demagogos (liberales, unitarios, etc.) llamarían tiránico.
En conciencia, un gobernante, RESPONSABLE ANTE DIOS, debe cumplir con su destino, y Rosas, aunque lo sabía terrible y doloroso, no lo rehuyó, pero adoptó todos los recaudos para que su poder fuese legal (voto de la legislatura) y refrendado por su pueblo (plebiscito), de tal manera que ante DIOS, sus conciudadanos y las historia patria, quedase testimonio de que obraba en justicia, como dictador, pero no como los tiranos.

Un hombre que con la pluma trató a ROSAS sin piedad, dijo:
“Nunca hubo gobierno más popular, más deseado, más bien sostenido por la opinión”. (SARMIENTO en Facundo).
No obstante, como lo había previsto SAN MARTÍN, ese gobierno legal y fiel cumplidor de las leyes, deseado y sostenido por el pueblo, fue llamado tirano por lo demagogos.
Y a pesar de tan evidente impostura, será el mismo General SAN MARTÍN quien formulará su juicio manifestando la excelencia de los gobiernos dictatoriales del Restaurador.
Cuando ROSAS ya ha gobernado un año y medio, SAN MARTÍN escribe a su amigo el General TOMÁS GUIDO – quien discrepa con lo que supone excesivo rigor en JUAN MANUEL – una carta (26 de octubre de 1836) en la que dice:
“….VEO CON PLACER LA MARCHA QUE SIGUE NUESTRA PATRIA. Desengañémonos, nuestros países no pueden (a lo menos por muchos años) regirse de otro modo que con gobiernos vigorosos; más claro, despóticos”.
Otras cartas similares; la directa colaboración de SAN MARTÍN con ROSAS, luego, y el legado de su sable, son juicios irrecusables del Libertador.

Finalmente JOSÉ FRANCISCO DE SAN MARTÍN (1778-1850) se despide de ROSAS a través de los párrafos de su última carta del 6 de mayo de 1850, desde Boulogne Sur Mer (Bolonia sobre el Mar), tres meses y once días antes de fallecer:

“…como argentino me llena de un verdadero orgullo al ver la prosperidad, la paz interior, el orden, y el honor, restablecidos en nuestra querida patria, y todos esos progresos efectuados en medio de circunstancias tan difíciles en que pocos estados se habrán hallado. Por tantos bienes realizados yo felicito a ud. Sinceramente como igualmente a toda la confederación argentina. Que goce ud. de salud completa y que al terminar su vida pública sea colmado del justo reconocimiento de todo argentino. Son los votos que hace y hará siempre a favor de ud. Éste su apasionado amigo y compatriota. Q.B.Q.M. (QUE BESA SUS AMIGOS)”.

Firmado Don José de SAN MARTÍN


Muerte de San Martín: El General SAN MARTÍN, que sus últimos años vivió con el espíritu puesto en la amada Patria, sirviéndola con la pluma y la diplomacia desde Europa, tuvo el placer de conocer el triunfo argentino antes de morir.

El Testamento: Conocido el tránsito del héroe (17 de agosto de 1850), el General ROSAS dio un decreto tributando honores y disponiendo que los restos del Libertador fuesen traídos a la Patria.

El Testamento del Libertador ordenaba en una de sus cláusulas:

“El sable que me ha acompañado en la Independencia de América del Sud, le será entregado al general de la República Argentina don Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

Editó Gabriel Pautasso
Diario Pampero
nº 23 Cordubensis

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