Fue necesario que corriera sangre y que aparecieran los primeros guerrilleros comunistas uniformados, armados con modernas armas de fabricación soviética y con banderas argentinas groseramente desfiguradas, para que hasta el más escéptico comprendiera la terrible verdad: nuestro país también era blanco de la guerra revolucionaria comunista.
Editó: Lic. Gabriel Pautasso
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