domingo, 10 de agosto de 2008

Tucumán: Cuna de la independencia y sepulcro de la subversión

El Gral Acdel Vilas (en la foto) comandó el Operativo Independencia hasta entregarle el mando al Gral Bussi. Este último elogió el accionar el primero: “General, usted no me ha dejado nada. Lo ha hecho todo”.

HISTORIA

El lunes 9 de febrero de 1975, a las 6 de la mañana, alrededor de 1.500 hombres del Ejército Argentino se pusieron en marcha, y una hora después habían cerrado un rectángulo de 60 kilómetros de frente por 40 de profundidad, a lo largo de la ruta 38, entre la Quebrada de Lules y el río Pueblo Viejo, que terminaba, hacia arriba, en las cumbres más altas del Aconquija.
El Operativo Independencia, primer plan orgánico de las Fuerzas Armadas contra la guerrilla, estaba en marcha. Y a su comienzo, un lunes de Carnaval en pleno verano, definía la línea elegida para el combate: la sorpresa, la anticipación, el convencimiento de que el que pega primero pega dos veces, es algo más que un viejo refrán.
En ese momento la organización subversiva que activaba en la provincia de Tucumán, el jardín de la República y cuna de la Independencia, que realizaba trabajo de infiltración y acción psicológica armada desde 1966 y que había llegado a control revolucionario de la mayoría de los pueblos de la zona cerrada luego por el Ejército Argentino tenía aproximadamente 350 militantes combatientes en pie de guerra y alrededor de 1.000 guerrilleros ideológicos en la estructura celular de apoyo (propaganda, logística, política y relevo para los que regresaban del “monte”.
Los 1.500 hombres del Ejército Argentino salidos casi exclusivamente de la Vª BRIGADA DE INFANTERÍA eran parte de una clase casi lista para ser licenciada y tenían incipiente formación y preparación en la lucha antiguerrillera. De modo que la guerra que empezaba era pareja en cuanto a efectivos y favorable a la subversión guerrillera en cuanto a entrenamiento para este tipo de guerra revolucionaria.

LA GUERRA DE LAS PALABRAS o GUERRA SEMÁNTICA

Sin embargo, el lanzamiento de Operativo Independencia (una denominación que hábilmente, se opone a la jerga marxista, a la muletilla “liberación” (usada por la guerrilla) no fue un ataque a ciegas ni un mero acto de guerra pura. El 12 de enero de 1975, casi un mes antes de la iniciación, llegó al Aeropuerto Benjamín Matienzo un hombre de mediana estatura, andar pausada y mirada penetrante: el General ACDEL EDGARDO VILAS, un correntino de Goya, de 49 años cuyo último destino había sido el Comando de Institutos Militares, en Campo de Mayo, Buenos Aires.

VILAS había sido comandante de la Vª Brigada de Infantería de Tucumán. Era, en consecuencia el jefe natural del Operativo Independencia. La experiencia antiguerrillera de VILAS no pasaba la lectura informativa profunda y apasionaba de los hechos de Dien Bien Phu (capitulación francesa en Indochina 1954 ante el Vietminh. Primera guerra de Indochina 1946-1954), Argelia francesa, y Vietnam de Ngo Dinh Diem (1901-1963) y el Vietcong.
Casi no se había sentado en su sillón de su despacho, cuando salió, vestido de civil, y se mezcló con el pueblo. Tenía un plan (Plan Táctico) y estaba dispuesto a cumplirlo hasta el final: averiguar las causas de la Revolución comunista y accionar contra ellas en el ámbito civil antes de disparar un solo tiro. Encontró un panorama difícil. El cierre de once ingenios azucareros en 966 había creado una tensa situación social. En ese caldo de cultivo empezaron a activar SANTUCHO y NEGRÍN, jefes ambos de PRT-ERP, declarados ilegales en 1973. Concientizaron y movilizaron a la población de Santa Lucía, San Pablo, San José, y Nueva Bavera – localidades que vivían de otros tantos ingenios luego cerrados – y lograron la penetración ideológica. A llegar VILAS cerca del 50 % del pueblo tucumano colaboraban con la guerrilla del monte, mezclada en la vida cotidiana hasta el punto de organizar bailes, campeonatos deportivos y conferencias de difusión ideológica marxista. El primer paso, entonces, fue acaso el más difícil para el Ejército Argentino. Durante un mes, VILAS y su plana mayor dialogaron con todos los sectores: políticos, gremialistas, empresarios, clero; les explicaron claramente los objetivos de la lucha y les pidieron colaboración. No fue fácil – encontraron indiferencia y escepticismo, cuando no decidida colaboración hacia el enemigo comunista – pero poco a poco consiguieron que la cohesión entre esos sectores dejara aislada a la guerrilla erpiana. EN ESE ENTONCES, EL General VILAS tenía un tema que no dejaba de repetir a su plana mayor: “El que logra la adhesión civil gana la partida”.

La primera sorpresa la dieron las mujeres. Poco a poco sus denuncias, por carta o por teléfono – exactas en 90 % - permitieron al Ejército Argentino asestar golpes decisivos para el resultado final.

EL COMBATE DE MANCHALÁ


Se llegó a mayo con éxito. El Ejército Argentino había accionado firmemente con la infiltración ideológica marxista como cabeza de puente en la Universidad Nacional de Tucumán – uno de los principales focos de la cabeza de puente del comunismo – había desarrollado una intensa acción cívica (mantenimiento de escuelas, apoyo a los desocupados, actos cívicos-militares de afirmación patriótica) y San Miguel de Tucumán lucía con sus paredes limpias de inscripciones comunistas. Cuando se escriba la historia de esta guerra, el primer capítulo estará dedicado, sin duda, al Combate de Manchalá, más que una victoria militar, de las armas, será un símbolo de patria.

El 29 de mayo, día de Ejército Argentino, había sido una fecha tradicional para los grandes golpes de la guerrilla: un 29 de mayo fue secuestrado el General PEDRO EUGENIO ARAMBURU, y otro 29 de mayo de 1969 estalló un autodenominado “cordobazo”. No menos terribles eran los planes que la guerrilla tucumana y erpiana había trazado de 29 de mayo de 1975. Se trataba, nada menos, que de copar a sangre y fuego el puesto de comando táctico de Famaillá, a unos 40 kilómetros del centro de San Miguel de Tucumán, convertido en el cuartel de las operaciones militares contra los terroristas que operaban en el monte. El asaltó había sido planeado en Córdoba durante meses, y hasta se había construido una prolija y exacta maqueta donde figuraban las instalaciones castrenses, dormitorios, baños, fortificaciones de la Vº Brigada. Los guerrilleros de la compañía de monte ramón rosa Jiménez contaban para el ataque con 75 hombres uniformados y otros 75 de civil encargados de las tareas de apoyo logístico. Día y hora del ataque: 29 de mayo de 1975 a las 5 de la madrugada. Pero una casualidad, el coraje individual y el ojo alerta de todos tejió una victoria casi increíble sobre la fuerza guerrillera. Los 75 guerrilleros uniformados se habían atrincherados en la finca Forteis, no lejos de Famaillá, el día 25 de mayo, el día de la Patria. Apresaron a los dueños y los peones, comieron, descansaron y hasta filmaron una película que, luego del triunfo distribuirían por América latina.
(Véase la revista oficial del PRT-ERP, “Estrella Roja”, órgano del ejército revolucionario del pueblo, del miércoles 19 de febrero de 1975, nº 48 ($2,00), titulada “¡La compañía de monte vencerá ¡”con textos e imágenes de la citada compañía en preparación, y el día 15 de enero, extractos del diario del capitán S jefe de la compañía de monte ramón rosa Jiménez).

En efecto, el General VILAS contaba con cierta información secreta: durante varios días habían sido vistos en la plaza de Famaillá hombres jóvenes, desconocidos para el pueblo, que hacían dibujos en cuadernos. Ante la posibilidad de un operativo grande, VILAS ordenó a un escuadrón de Gendarmería Nacional que batiera la zona. El 28 de mayo, por la mañana, una de las patrullas pasó por finca Forteis. Los guerrilleros, sorprendidos, levantaron campamento y se pusieron en marcha para evitar el enfrentamiento: un combate intrascendente podía hacerles fracasar el objetivo final. En camionetas y camiones, la columna avanzó por un camino abandonado, de tierra – la ruta provincial 99 – para eludir a la patrulla de GN. Entonces sobrevino la segunda sorpresa. Doce soldados y dos suboficiales pintaban la escuela Manchalá (una rutina de acción cívica) cuando los guerrilleros erpianos pasaron por allí. Al ver a uno de los tres soldados que custodiaban la escuela, uno de los guerrilleros disparó y lo hirió. Un minuto después estalló el combate: 75 contra 14, y esos catorce (14), con 60 proyectiles cada uno, atrincherados en la escuela y rodeados. La derrota del Ejército Argentino era prácticamente inevitable. Entonces, un suboficial, arrastrándose, eludió el cerco y corrió sin parar los 17 kilómetros que lo separaban de Famaillá. Allí se encontró con el General VILAS y relató lo que sucedía. El General y una pequeña dotación, en tres camionetas Ford F-100, partieron hacia el combate, lograron desbandar a los guerrilleros y mataron a 17. El pueblo no tardó en saber el resultado: 14 hombres habían resistido a 75 guerrilleros del PRT-ERP. El mito de la guerrilla, elaborada a lo largo de 10 años, de 1966 a 1975, empezaba a derrumbarse.

EL CAMBIO DE MENTALIDAD

Pero ni siquiera los éxitos militares hicieron fácil el Operativo Independencia. VILAS y su tropa de la Vº BRIGADA DE INFANTERÍA enfrentaban a un enemigo peligroso, artero, violador de todas las leyes de la guerra, plástico, mutante, que los obligaba a improvisar y a resolver todo rápidamente, y sin embargo tropezaban contra los rígidos mecanismos legales. El Ejército Argentino tenía el poder militar, pero no el político ni el judicial. El guerrillero apresado tenía a su favor el “habeas corpus” y los abogados defensores. Y en el papeleo burocrático naufragaba muchas veces el paciente trabajo de meses. A pesar de todo, el comandante del Operativo Independencia imprimía su sello. Durante los primeros meses de lucha varios periodistas tuvieron oportunidad de entrevistar al General VILAS. De esos reportajes surgieron estas frases, muy útiles para comprender la entraña de los hechos que llevaron, hacia diciembre de 1975 a aniquilar totalmente la compañía de monte ramón rosa Giménez (ERP), columna vertebral de la organización del PRT que había copado el Aconquija.

. Primero hay que saber contra qué enemigo se combate. Hablar con el enemigo. Mostrarle la cara y hacerle preguntas. El subversivo es ilegal en todo. Recoge sus heridos y entierra sus muertos para que no sean computados. Hasta en eso es ilegal. No son combatientes, como pretenden, Son una banda de delincuentes.

. Dice nuestro viejo Reglamento militar: Lo espiritual prevalece sobre lo intelectual. Ese fue uno de mis lemas en esta guerra.

. Fue fundamental el cambio de mentalidad. Desde el primer día traté de infundir en los míos una mentalidad ganadora. Repetí hasta el cansancio: Empezamos esto para terminarlo, y para terminarlo bien. Donde el Ejército pone el pie, el Ejército gana.

. Cuando llegue a Tucumán la lucha contra la subversión estaba manejaba por la policía. Por una policía provincial desbordada por los guerrilleros y hasta infiltrada ideológicamente.

. La primera vez que entré en combate, en el monte, sentí un frío muy especial. Es un frío que empieza en las rodillas, y por dentro llega hasta el pecho. Ese frío se siente siempre. Lo sentí en Manchalá, bajo el fuego, y en las largas noches en las mesadas. Todos los sentimos. Hay que derrotarlo con fuerza espiritual, con fe en el triunfo.

. El comandante debe dar el ejemplo. Puede manejar las cosas desde atrás, pero es preferible que vaya al frente de sus hombres. Para contagiarlos.

. Los delincuentes subversivos aplican cualquier receta con tal de ganar. Muy pronto entendí que había que enfrentarse con las mismas armas y usando cualquier receta. Lo único importante es el resultado.

. La noche, en esta guerra, es más importante que el día. El Ejército no debe dormir. Los mayores éxitos los conseguimos entre las 2 y las 5 de la madrugada, la hora en que el subversivo duerme.

. Tuve que aplicar un lema: Al grano, directo, sin vueltas. Poco planeamiento y mucha acción. Si me decían que el río Colorado había sospechosos, había un método convencional para aplicar. Infiltrar gente allí y averiguar. Eso demandaba un mes de trabajo. Yo prefería el método directo. ¿Cuánta gente hay en Río Colorado? ¿Setecientos habitantes? Bien. Toda la población en cuarentena, inmediatamente. Después averiguaremos quién es el guerrillero y quien no.

. En esta guerra no se puede adobar el pavo. Hay que ir a los papeles y pronto. Yo respaldo a mis hombres, si el resultado es importante para nuestro objetivo.

Vª BRIGADA, TUCUMÁN, SEPULCRO DE LA SUBVERSIÓN, y ahora…

El 18 de diciembre de 1975, diez meses después de la puesta en marcha del Operativo Independencia, el General ACDEL EDGARDO VILAS abandonaba Tucumán. Asumía el comando de la lucha y la gobernación de la provincia el General ANTONIO DOMINGO BUSSI. Poco después, BUSSI le decía a VILAS por teléfono: “General, usted no me ha dejado nada. Lo ha hecho todo”.
Ese día las cifras eran éstas: 312 guerrilleros muertos y 322 entre heridos y detenidos. Total: 634 bajas. Una victoria absoluta que le costó al Ejército Argentino 24 muertos y 10 heridos graves y que escribió también el nombre de los héroes condecorados, entre lágrimas, por el Presidente VIDELA.

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